Ética y Política

 Hace unos días me llamaron de un partido político para dar una charla sobre ética parlamentaria a congresistas, me encontraba de vacaciones con la familia, así que antes de aceptar pregunté a mi esposa si consideraba que era algo que debía atender, ella con desprendimiento me dijo: "¿No crees que es una oportunidad hablarles a los políticos de ética?". Así que con su venia acepté y me desaparecí una mañana de las vacaciones familiares.

Hablar de ética no es sencillo porque hay distintas ideas que fluyen libremente por ahí y además no me siento más ético que otros o al menos no tengo porqué juzgar a otros por cosas que no conozco a cabalidad.

Empecé hablando sobre la felicidad, porque la ética es una ciencia que está relacionada con las acciones libres de las personas para buscar la felicidad. Las personas hacemos o dejamos de hacer cosas porque buscamos un fin, y el fin último de nuestras acciones es nuestra felicidad.

Muchas veces se entiende que la ética son normas o la capacidad de diferenciar entre lo que está bien o mal. Pero un actuar ético comprendido de manera amplia involucra tener un bien real a alcanzar, unas normas que guíen el actuar y una capacidad para actuar bien, que son las virtudes. 

Las virtudes son esa disposición que podemos ir formando para hacer el bien, cada acción nos deja en una mejor o peor situación para la próxima acción. Por eso, si mentimos una y otra vez, nos puede ser más fácil mentir nuevamente y más difícil decir la verdad; las virtudes son finalmente hábitos.

Un político necesariamente necesita cultivar hábitos que le permitan hacer el bien, como la honestidad, el respeto, la laboriosidad, la sobriedad, la solidaridad. Un congresista tiene una función de representación, pero también de fiscalización y estas actividades las debe de realizar con la mejor disposición, por eso es importante formarse, un congresista no puede ser un profesional mediocre, debe buscar hacer un buen trabajo, porque es un referente y un ejemplo de la sociedad. De igual modo, un congresista al elaborar una ley debe entender bien el problema que quiere resolver, y a veces para comprender un problema es importante considerar los puntos de vista de otros. En la política es necesario hacer ese esfuerzo de entendimiento y comprensión de otras posiciones, en la política se tienen rivales, pero no enemigos que quieres destruir, el buscar destruir a otros no creo que sea muy ético.

Finalmente, una autoridad, ya sea un congresista o un gobernante tiene que desarrollar una virtud fundamental, que es el amor. Sin amor es muy difícil actuar éticamente, si hay amor, pondremos esfuerzo en lo que hacemos y con ese esfuerzo y dedicación mejorará nuestro conocimiento de lo que hacemos y de la realidad. Un gobernante o congresista debe conocer bien la realidad, qué pasa en Puno, qué pasa en la selva, por qué no hay inversiones, por qué hay informalidad; al conocer mejor la realidad sabrá tratarla y sus decisiones, ya sean leyes, reglamentos, resoluciones, podrán resolver mejor los problemas. Si una autoridad no pone amor en su trabajo es difícil que conozca bien a sus gobernados y sus problemas, y probablemente sus acciones sean transaccionales y de corto plazo. Hará uso de su poder de una manera ineficaz y hasta injusta trayendo abajo todo el prestigio que tenía.

La crisis que tenemos actualmente en el país no sólo es económica y social, si profundizamos, es principalmente moral, hay una falta de virtudes en algunas de nuestras autoridades. 

Regresé a mis vacaciones familiares pensando que había tenido la oportunidad de conversar con congresistas de temas muy importantes, que ellos habían tenido la disposición para hablar de ética, qué hay esperanza en nuestra política, ojalá muchos más se animen a tratar estos temas y querer ser mejores personas para que su labor profesional impacte positivamente a todos los peruanos.

Escrito por Sandy Cáceres